Sunday, October 08, 2006

LA ANENCEFALIA - Una reflexión ética

El siglo XX ha sido escenario de conflictos diversos dentro del campo ético, y originaron la necesidad de resolver nuevos

problemas tanto individuales como colectivos.

El avance de las diversas ramas del conocimiento científico ha originado nuevos dilemas éticos en el ejercicio de los

profesionales de distintas áreas. Los cambios profundos en el ámbito de la ciencia y la tecnología, abren una perspectiva

amplia y prometedora en el campo de la salud, pero al mismo tiempo que nacen nuevas esperanzas y posibilidades surgen nuevas

inquietudes y el desconcierto.

Consultas surgidas en la práctica clínica y educativa, tanto en el ámbito institucional como privado, requieren un abordaje

interdisciplinario y exigen una reflexión crítica permanente acerca de los fundamentos morales de la ciencia.

Numerosos casos en estos últimos años en nuestro país han tomado conocimiento público y han generado un dilema ético en el

cual están comprometidos la mujer embarazada y su familia que padecen la situación y los diversos profesionales de la salud y

la justicia que intervienen en el caso.


La bioética surge como una especialidad de la ética aplicada. Se ocupa de los problemas que se relacionan específicamente con

la vida humana, su comienzo y su fin.
Guy Durand sostiene que la bioética tiene una doble dimensión en su enfoque: individual en tanto se ocupa de conflictos

personales de los sujetos y de las reflexiones propias de los profesionales. Pero también es su preocupación el “impacto de

estas decisiones en la sociedad y el impacto de la sociedad en los individuos”
(Guy Durand, 1992). En cuanto a la naturaleza de esta disciplina nace de la ética médica la cual en sus orígenes históricos

no se mantenía independiente de las religiones. Centrada en la relación médico-paciente nació de una medicina paternalista,

que otorgaba al médico el poder de decidir lo mejor para el paciente y cuyo valor determinante era el respeto a la vida.


El enfoque secular no implica que los creyentes no sean oídos en el asunto, de la misma forma que no se pide a otros

ciudadanos no-creyentes que abandonen sus ideologías. Lo que sí se reclama es que no adelanten sus creencias, que no

argumenten a partir de la fe ya que el diálogo se instaura en un nivel racional y humano.
En cuanto al enfoque interdisciplinario, es evidente que ante el progreso de orden bio-médico y las nuevas prácticas que

incluyen el trabajo en equipo, nuevos profesionales están involucrados en estos temas interaccionando desde sus distintas

perspectivas.
La otra característica de la bioética (siguiendo a G.Durand) es la visión prospectiva. Se pretende desde esta disciplina

encontrar nuevas respuestas adaptadas a nuevas situaciones hallando nuevos elementos y fundamentos para analizar el presente

con vistas al futuro.
Finalmente según G.Durand, la medicina moderna hace referencia a un enfoque global, integrador del paciente, ocupándose de la

persona enferma inserta en una familia y dentro de un contexto. La bioética se interesa por la decisión personal del

paciente, por el diálogo médico-paciente y por las prácticas sociales y legales de su entorno.
Se puede decir entonces, desde este análisis, que la bioética tiene un enfoque sistemático, coherente y original de la

realidad bio-médica.

“El médico es alguien que está ante el sufrimiento. El sufrimiento se entiende como signo de algo que se convertirá en

significante...al ser diagnosticado sale del orden de lo cotidiano, entra en un orden técnico que lo clasifica y pasa a

depender del médico”(Giberti)

Según Arleen Salles la bioética “comparte un rasgo importante con el particularismo ético: destaca la necesidad de atender a

casos particulares y muestra una tendencia hacia un tipo de análisis más concreto que el que típicamente se evidencia en

discusiones de ética teórica” (Salles, 1996).
Según esta perspectiva, la bioética pone el acento en comprender las particularidades de cada situación no solo a través de

la razón, sino que es necesario desarrollar capacidades emocionales y actitudinales hacia el otro. (Alonso, 1999)

Los nuevos temas médicos y dilemas éticos, provocan una toma de conciencia de que viviendo en un mundo pluralista es

necesario debatir nuevas cuestiones que implican a todos los ciudadanos.


Como se puede observar la mayoría de las cuestiones en el ámbito de la bioética tienen que ver con el sentido y el valor del

sufrimiento, de la vida y de la muerte.
Por otro lado es necesario también comprender que la bioética suele plantear problemas de índole ideológica según las

políticas sociales con las que se encuentre ligada.

La anencefalia, es definida por la ciencia médica como un "defecto del tubo neural " (defecto que se presenta durante el

desarrollo fetal temprano, el cual daña el tejido primitivo que posteriormente se convertirá en cerebro y en médula espinal).

Es la ausencia tanto del cráneo como de los hemisferios cerebrales ( neocortex
La anencefalia ha sido la primera malformación fetal reconocida por ecografía, y es posible su detección temprana. No se

recomienda ningún tipo de terapia específica, ya que se trata de una enfermedad terminal.
En cuanto al pronóstico esta condición es usualmente mortal en cuestión de horas o días. Existe una mayor incidencia de

defectos en la formación del tubo neural en los bebés que nacen después de que la madre ya ha tenido otro embarazo con

historia de anencefalia. Esta enfermedad siempre es mortal.
En cuanto a los riesgos físicos que puede correr la madre, el embarazo anencefálico implica complicaciones derivadas del

incremento de polihidramos y macrosomía fetal con ausencia de cuello y tamaño pequeño de la cabeza que pueden producir la

penetración del tronco en el canal del parto. Esto puede provocar un parto distócico.


La mujer embarazada es informada, de que el ser engendrado es anencefálico y que el pronóstico es su muerte inmediatamente

después del nacimiento. Es decir es conciente de que a medida que pasa el tiempo y el bebé crece en su vientre se acerca la

muerte.
La gravedad de esta situación y los sentimientos de dolor, amenaza y destrucción interna provocan un daño psíquico. (Giberti,

2001) en la madre.
La existencia de “daño psíquico” se fundamenta utilizando una metodología diagnóstica que según algunos autores se desarrolla

en varias dimensiones. Una dimensión clínica. Una dimensión psicopatológica de proceso y desarrollo. Una dimensión vincular

estableciendo o descartando una relación entre el estado actual y el suceso dañoso. Una dimensión práctica clarificando las

cualidades, aptitudes mentales del sujeto y su pérdida, conservación o disminución y una dimensión cronológica, determinando

la transitoriedad o perdurabilidad de los trastornos psíquicos diagnosticados.
El Daño Psíquico presenta una correspondencia a nivel orgánico-funcional relacionado con el Sistema Nervioso Autónomo.
“Psicológicamente evaluado, se asocia con trauma que implica herida, amenaza, intrusión o destrucción psicofísica con

alteración de la funcionalidad del sujeto y arriesga la alteración de su subjetividad al constituirse en memoria

traumática”(Giberti)
La tremenda certeza, dada por la ciencia médica, de que este ser anencefálico, no tiene futuro humano, sume a esta mujer ,que

no podrá ser madre del ser engendrado, en una profunda tristeza y “ los contenidos de su psiquismo, sus composiciones

imaginarias y simbólicas quedan enlazadas con los movimientos fetales del ser anencefálico, interfiriendo el proceso de

subjetivación maternante”(Giberti).
Cuando la mujer elige la interrupción del embarazo, opta por esta decisión, entendiendo que está realizando el mejor bien

posible o el menor mal para sus hijos, para ella y para su familia.
Esta actitud, con las características propias de cada caso en particular, no es compartida por todos los investigadores, ni

por todos los clínicos, ni por todos los teólogos.
Un embarazo anencefálico, en nuestro país y en aquellos países con una política restrictiva en relación al aborto ha generado

fuertes debates y dilemas éticos. Este dilema surge cuando frente al diagnóstico de "feto anencefálico" y la información a la

mujer embarazada de las características de esta anomalía, la mujer toma la decisión de interrumpir el embarazo.
En estos casos de embarazos incompatibles con la vida, intervienen cuestiones éticas y jurídicas, entrecruzándose principios

y valores, por lo que se torna imprescindible la mirada bioética.
En el año 2001, en nuestro país, se modificó el panorama habitual que debían afrontar muchas de las parejas que cursan un

embarazo con un feto anencefálico. La Corte Suprema de Justicia resolvió que debía hacerse lugar a la solicitud de una madre

sobre la base argumental de que debía protegerse su salud psíquica mientras que la muerte de su hijo no se produciría por el

hecho de que naciera antes sino como consecuencia de la enfermedad irreversible que presentaba, lo que mostraba a la muerte

como un hecho inevitable.
Años atrás - el 25 de setiembre de 1996- el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 9 de la Ciudad de Buenos

Aires, en cambio, negó la autorización judicial para la práctica de una interrupción de la gestación en un embarazo con

similares características y en un feto que presentaba una anencefalia. La solicitud de interrupción de la gestación alegaba

que la madre había sufrido disturbios nerviosos y que de prolongarse el embarazo en el tiempo, habría padecido un detrimento

en su salud por el futuro estilo de vida derivado de las deficiencias biológicas de su hijo.
Debemos recordar que para nuestra ley la interrupción de la gestación se considera o no punible (Art. 86.2 del Código Penal:

para prevenir un mal mayor, por ejemplo: para preservar la salud de la madre o la violación de una idiota) o bien es un

delito; en este último caso en particular y a diferencia del primero se interpretó que no debía privilegiarse el dolor y la

angustia de los padres frente al derecho del nasciturus. Asimismo, se hizo hincapié en que el ámbito de los afectos y los

sentimientos debe ser soslayado a la hora de juzgar y que en este caso el fundamento de lo que se solicita concuerda con los

sentimientos de los padres pero no del nasciturus. Desde el punto de vista legal se interpretó que el no nacido es un sujeto

apto para ostentar titularidad jurídica sobre su vida, independientemente que el nasciturus sea en el futuro incapaz o

resulte inviable. Por último, la autorización a legitimar esta interrupción del embarazo abriría la puerta para legitimar una

política eugenésica.
Ante el marco de esta política restrictiva respecto al aborto y frente a la creciente demanda por parte de las mujeres a

interrumpir estas gestaciones con fetos anencefálicos o con otras malformaciones incompatibles con la vida, el propósito es

efectuar un análisis bioético de la interrupción del embarazo de un anencéfalo.
Muchas parejas enfrentan estas situaciones arriesgándose a seguir adelante con su embarazo y preparándose emocionalmente para

recibir a sus hijos que pueden morir tempranamente, requerir tratamientos correctores o bien vivir con un déficit permanente.

Otras parejas en cambio optan por la interrupción de la gestación entendiendo que están realizando el mejor bien posible o el

menor mal para sus hijos, para ellos y para sus familias. Ambas decisiones suelen ser tomadas por amor a la vida, a la

familia, a los hijos y no son concebidas en la irreflexión o en el deseo de muerte. Estas dos actitudes, con las

características particulares de cada caso, merecen ser consideradas individualmente.
La mujer embarazada como paciente protagoniza, a partir del momento en que es informada de la patología irreversible del feto

que está gestando, una tragedia que envuelve su vida y la de su familia. Vive lo que con certeza se califica como un “funeral

prolongado” (Drane, J. 1992) ya que en el estado actual de la ciencia biomédica no hay ninguna posibilidad real de revertir

el cuadro.
Esta situación la enfrenta a una experiencia traumática y dolorosa, iniciándola irremediablemente en un estado de mal-estar

emocional que se agudiza con el avance del embarazo.
En el caso de las mujeres con embarazo anencefálico este daño psíquico se anuda con el daño moral en el momento en que frente

a su decisión de interrumpir el embarazo en lugar de encontrarse con un “otro” que escuche su pedido y la acompañe se

encuentra con “la ingerencia del discurso jurídico persecutorio y con el encogimiento de médicos que temen ser adjetivados

como destructores de una vida humana” (Giberti)

Estas mujeres padecen además del daño psíquico, consecuente de esta situación traumática del embarazo anencefálico, ya

descripta, un daño moral y un desamparo institucional que no escucha su dolor y no respeta su derecho humano a una vida

saludable.
En el caso de un embarazo incompatible con la vida, si a una mujer se le niega la posibilidad de acceder al adelantamiento

del parto, se viola un derecho humano fundamental, cual es su derecho a la salud integral
El derecho a la salud ha sido reconocido, en el ámbito nacional e internacional, como un derecho humano, de forma tal que el

bienestar físico, mental y social que éste pueda alcanzar, constituye un derecho que el Estado está obligado a garantizar.
“Teniendo en cuenta que la anencefalia es fatal en un porcentaje del cien por cien de los casos, que quienes la padecen no

tienen viabilidad, el obligar a una mujer grávida de un anencéfalo a proseguir con el embarazo, constituye un peligro cierto

para su salud que no puede evitarse sino con la interrupción del proceso de gestación.” (Prigoshin, Perla Eugenia)

1 Comments:

Blogger Carlos Garay del Moral said...

Soy Terapeuta Bioenergético de la lìnea del Dr. Alexander Lowen (Mèdico Psquiatra). Atiendo todas las problemàticas de violencia familiar y de la mujer golpeada. Pueden consultarme online. Ademàs atiendo problemas emocionales que hayan causado contracturas, dolores corporales, de columna vertebral, cuello y en gral.

8:22 PM  

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